Tender Puentes: Un Llamado al Liderazgo y al Propósito
- Diego Román L.
- 19 ene
- 2 Min. de lectura

Leyendo este poema de Dulce María Loynaz, me pregunto: ¿somos puentes en la vida? ¿Cómo lo somos, para quién, y sobre todo, por qué?
En el trabajo, en el hogar, y en las comunidades que habitamos, surge una reflexión esencial: ¿somos realmente puentes que conectan, o simplemente ocupamos un extremo de nuestra relación con los demás? Cada uno de nosotros, inmerso en sus pensamientos, intereses, necesidades, creencias y miedos, coexiste en la complejidad de un mundo interconectado.
Ser un puente significa unir, colaborar, sumar. Pero este acto comienza dentro de nosotros mismos. Requiere construir puentes internos, en los espacios donde encontramos desconexión, incoherencia o falta de propósito. Nos invita a explorar nuestra vulnerabilidad, desprendernos de la arrogancia que nos hace dueños de la verdad, y cultivar la humildad necesaria para ver al otro en toda su dignidad y valor.
Puentes Internos e Interpersonales
Un puente no se construye con indiferencia; requiere intención, empatía y compasión. Construirlo significa:
Fomentar la confianza: Crear un espacio seguro donde las ideas y emociones puedan fluir.
Abrir espacios de confrontación constructiva: Buscar verdades que unan, no que dividan.
Liderar y ser liderado: Unir fuerzas para avanzar juntos, dejando atrás pugnas de poder.
La maravilla de la humanidad radica en nuestras diferencias, pero también en la capacidad de integrarlas. Esto no es sencillo; es un desafío constante. Sin embargo, cuando nos atrevemos a construir puentes desde nuestras diferencias, logramos algo extraordinario: un camino hacia resultados, prosperidad y éxito compartido.
Liderar Es Tender Puentes
En un mundo lleno de barreras—ya sean físicas, emocionales o mentales—, liderar significa convertirnos en esos puentes que conectan personas, ideas y propósitos. Cada vez que elegimos unir, en lugar de separar, estamos ejerciendo un liderazgo que trasciende. Un liderazgo que no busca imponer, sino inspirar.
Como seres humanos, estamos llamados a construir puentes que transformen nuestras conexiones en algo significativo. Porque solo a través de estas conexiones podemos lograr resultados que beneficien no solo a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean.
Y en este camino, el poema de Dulce María Loynaz nos recuerda la importancia de tender puentes, no solo entre montañas y riberas, sino entre las almas. Porque quizás, al final, el puente más importante es aquel que nos lleva al amor compartido.
LOS PUENTES
Yo vi un puente cordial tenderse generoso
de una roca erizada a otra erizada roca,
sobre un abismo negro, profundo y misterioso
que se abría en la tierra como una inmensa boca.
Yo vi otro puente bueno unir las dos orillas
de un río turbio y hondo, cuyas aguas cambiantes
arrastraban con furia las frágiles barquillas
que chocaban rompiéndose en las rocas distantes.
Yo vi también tendido otro elevado puente
que casi se ocultaba entre nubes hurañas…
¡Y su dorso armonioso unía triunfalmente,
en un glorioso gesto, dos cumbres de montañas!…
Puentes, puentes cordiales… Vuestra curva atrevida
une rocas, montañas, riberas sin temor…
¡Y que aun sobre el abismo tan hondo de la vida,
para todas las almas no haya un puente de amor…!
(Dulce María Loynaz)
Para pensar:
¿Cuáles son los puentes que tengo desatendidos como líder?
¿Qué puedo ganar estirando la mano para tener un puente desconectado?
Comparte este artículo con alguien que inspire en tu vida el valor de tender puentes.
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