“Gracias por voltearte a verme”: lo que toda persona quiere de su líder (aunque nunca lo diga)

Diego Román L.
25 may
3 Min. de lectura

En el mundo empresarial se habla mucho de metas, resultados y desempeño. Temas importantes, sin duda, pero a menudo tratados desde una lógica fría, meramente transaccional. Sin embargo, muchas personas —aunque no lo digamos abiertamente— necesitamos conexiones más humanas 🤝.

¿Y por qué no lo decimos? Porque en muchos casos nos hace falta contacto real, confianza 🧩, o simplemente el coraje de romper esa barrera invisible que separa lo profesional de lo profundamente humano.

Pocas veces se habla de lo más transformador que puede ofrecer un líder: la capacidad de ver al otro de verdad 👀.

💬 “Gracias por voltearte a verme.”

No es una frase cualquiera. Es una expresión silenciosa de alivio y gratitud que dice: “Estaba aquí, esperando ser reconocido. Y tú, con un gesto, me recordaste que existo.” Es como decir: “Estoy presente, y tú me estás haciendo sentir presente.”

Me incomoda cada vez que escucho la frase: “No he venido acá a hacer amigos. ”Curiosamente, Gallup incluye entre sus 12 indicadores de engagement la pregunta:

¿Tienes un amigo en tu trabajo? 👥

Y es que la conexión humana no es un lujo, es una necesidad. No vamos a trabajar para hacer amigos, pero cuando los vínculos se dan —de forma auténtica— marcan una diferencia real. En lo personal, conservo muchos amigos de trabajos anteriores, y también de procesos de consultoría que comenzaron con objetivos de negocio… y terminaron generando confianza y afecto genuino 🤗.

👁️‍🗨️ Mirar al otro es un gesto de simpatía.

Simpatía no es simplemente caer bien. Es una forma básica de respeto emocional. Es decir: “Te veo. Me importa que estés aquí. Es apertura, es presencia, es humanidad.

¿Has escuchado la frase: “mirar al otro con simpatía”? No se trata de amistad, sino de reconocimiento ✨.

Imagina por un momento un entorno —laboral o familiar— donde nos miremos a los ojos en cada interacción. Donde dejemos de ser “uno más” en la oficina… o en la casa 🏡.

Y entonces surge otra frase poderosa:

❤️ “No me importa lo que eres, sino cuánto te importo.”

Atribuida al espíritu de Theodore Roosevelt, esta idea rompe con la lógica del liderazgo jerárquico.

No se trata de lo que haces, ni de lo que sabes. Se trata de si tu gente siente que realmente le importas.

El liderazgo no es influencia por posición. Es influencia por conexión 🌐.

Y la conexión empieza cuando dejamos de ver funciones y empezamos a ver personas.

Una vez escuché una historia que me marcó profundamente.

Una niña le contaba a su papá lo que le había pasado en el colegio.

Él respondía con “ajá”, “hmmm”, sin despegar la vista del periódico (hoy sería el celular 📱).

La niña, con frustración, le reclama:— “¡Papá, no me estás escuchando!

”Él le responde:— “Sí te escucho, puedo repetir todo lo que dijiste.

”Entonces la niña lo mira y le dice:

“Papá… escúchame con los ojos.” 👀

¿Cuántas veces estás en una reunión con alguien que está físicamente presente, pero emocionalmente ausente?

Escuchar con los ojos es escuchar con todo el cuerpo. Con el alma puesta en el otro. Es decir: “Te veo. Me importas. Estoy contigo.” 🫱🏻‍🫲🏽

Tal vez, hoy, el acto más transformador que puede hacer un líder no es tomar una gran decisión ni salvar un proyecto crítico… Sino algo más simple, más humano y más poderoso: mirar a alguien y hacerle sentir valioso y presente. ✨

Esa frase —“escúchame con los ojos”— me cambió la vida.Me enseñó qué significa realmente conectar.