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Ser vulnerable, no es opcional



En mi artículo anterior La confianza siempre viene primero, trato sobre la importancia de la confianza en la interrelación personal, sin esta no hay relación sino mera transacción. Al final les habló y recomiendo el video de Rene Brown sobre Vulnerabilidad “The call to courage”.


Me ha parecido fundamental profundizar al respecto. Primero porque tiene una importante repercusión sobre las tres dimensiones organizacionales:

  • La dimensión personal, el YO, cómo impacta en cada uno de nosotros y nuestra capacidad de responder, de actuar, sobre nuestras emociones y el control de nuestro mindset.

  • La dimensión interpersonal, el EQUIPO o el NOSOTROS, donde como líderes tenemos la obligación de impactar en nuestro entorno para que los otros florezcan y den lo mejor de cada uno en lo individual y colectivo. No voy a dejar de recalcar que liderazgo no es una función, una posición, un título; es tener la actitud y la decisión de ser.

  • La dimensión impersonal, el ELLO, la ACCIÓN, el RESULTADO, a ser logrado de una manera coordinada hacia un solo objetivo, propósito (del cual hablaremos en otro momento), a través de conversaciones de calidad.


Rene Brown hace alusión a parte del discurso del presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt en 1910, como un momento de disrupción en su vida. Se los comparto.


“El hombre en la Arena”

“No es el crítico quien cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien yerra, quien da un traspié tras otro, pues no hay esfuerzo sin error ni fallo; pero quien realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso, y quien en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.” - Theodore Roosevelt


La decisión está en querer vivir en la arena, de saber que uno va a pasar adversidades, uno se va a equivocar, va a ser criticado y hasta atacado. Aun así, pelea con bravura, ser valiente, de enfrentarse a sí mismo y frente al resto. Es una decisión, no solo de decir que somos valientes, osados, exitosos, sino de saber reconocer que me voy a caer, equivocar, fracasar, a veces perder y otras ganar.


A veces vemos la vulnerabilidad como debilidad, lo contrario de valentía. La vulnerabilidad proviene de las emociones relacionadas con el miedo, la inseguridad, la incertidumbre, vergüenza. Nos encerramos en una coraza protectora. La vulnerabilidad es en realidad el puente hacia el otro, ahí se conecta con la valentía, porque es un espacio donde nos da miedo entrar. La vulnerabilidad nos abre la puerta al amor (algunas personas les cuesta usar esa palabra en el ámbito corporativo), pertenencia y alegría. Este es un gran dilema, ¿Cómo uno puede dejarse querer, aceptar por el otro, sin dejarse ver con transparencia?


Vulnerabilidad no es ganar ni perder, es tener la valentía de actuar aun cuando el resultado es incierto. Es dar sin saber si va a recibir algo a cambio o mejor, sin esperar recibir.


Hay muchos líderes que les cuesta meterse en la arena. Es más fácil usar el poder, la crítica, el señalar la culpa, engrandecerse haciendo que los demás se hagan pequeños. Es por eso por lo que el liderazgo y los equipos requieren de humildad, reconocimiento, aceptación, comunicación abierta y transparente. Según estudios de Global Novations y otros similares, sobre el 70% de las personas que ocupan posiciones de dirección, no tienen capacidades de liderazgo. ¿Cómo afecta esto a los equipos? Esa falta de aceptación, reconocimiento y vulnerabilidad es la que bloquea a los equipos en burbujas o corazas de protección y bloqueo de confianza.


Recuerdo una época, posiblemente la más dura de mi vida, con quiebres impresionantes, donde yo creía que la religión y la medicación iban a cambiar la realidad de mi mundo exterior. Trabajaba con el Gerente General de la empresa, con quien desarrollamos por varios años una confianza mutua muy grande. Hablábamos del trabajo, de los grandes problemas y desafíos, hablamos de la familia, de religión, de todo. Aprendí a confiar 100% en él, no solo como mi jefe y mi guía, sino como persona. Cuando abrí esta caja de pandora con él, que trataba de un problema personal muy duro de mi vida, un quiebre muy profundo. Al principio fue cercano y empático, poco a poco mientras yo me abría la distancia empezó a aparecer. Ese fue el precio de mi vulnerabilidad, de sentir que me podía arrimar, que podía confiar. Ahora lo entiendo más claro, en el área del trabajo de la eficiencia y resultados las cosas funcionaban y me pregunto hoy en día, ¿éramos realmente equipo?


Me tomó muchos años sudor y lágrimas saber que el cambio estaba más cerca, estaba dentro mío. No puedo decir que ahora soy otro, ha habido cambios sustanciales, paradigmas rotos, una diferente forma de ver las cosas y sobre todo una diferente forma de afrontar los desafíos desde la arena. El camino continúa, es la vida.


Esto es lo que más me fascina de lo que hago, mientras más leo, investigo, escribo, facilito y enseño; más descubro mis debilidades y vulnerabilidades, lo cual me obliga a trabajar sobre ellas para después transmitirlas y compartirlas. Este camino de aprendizaje, desarrollo, aplicación y compartir con los demás desde la vivencia y aprendizaje es mi propósito. Cuanto ha cambiado mi vida en esta última década es radical. Eso me da la autoridad para hablar y escribir desde la realidad pura de la vida.


Por otro lado, uno también tiene que cuidarse de uno mismo, de vivir en la victimización. De autocriticarse, de dejar que las emociones dominen, de dejar huellas en nosotros mismos. Saber a quién escucho, a quién oigo, con quién hablo, a quién hago caso, qué acepto y tomo por hecho o interpretación. No convertir opiniones o suposiciones en hecho. No dejar que las cosas se vuelvan personales siempre en detrimento propio. Tampoco se trata de decir no me importa lo que dicen los demás, porque si nos importa, y lo peor, es mentirnos a nosotros mismos. Otra cosa es ser selectivos y discernir a que hago caso, que tomo y que desecho.


Una distinción esencial que debemos tener es la diferencia entre culpa y vergüenza. La culpa es el arrepentimiento de algo que hemos hecho y eso se resuelve perdonando o perdonándose y enmendando los hechos. La vergüenza tiene que ver con lo que somos y no nos gusta o aceptamos. Eso está más oculto en nuestro interior. El camino es tomar consciencia, aceptarlo, salir de la caja, trabajarlo y superarlo. Nada está escrito en piedra, la vulnerabilidad, la valentía, la decisión y la acción radical lo logra. Es un viaje, donde lo que vale no es el destino, sino lo caminado y avanzado.


Todos esos escenarios están en la arena. Debemos tener la decisión de vivir en la arena si queremos ser vulnerables y valientes. En los equipos es fundamental tener la decisión de convivir desde la arena. Dar y recibir feedback constructivo. Aceptar errores y la vulnerabilidad de cometerlos y de hablarlos. Dejar que nos edifiquen los otros y edificar a otros.


La vulnerabilidad facilita o limita el sentido de pertenencia, fundamental elemento de un equipo efectivo. Para ello, hay que tener claro que saber pertenecer no se otorga desde afuera, viene de lo que siento adentro. No hay que ir por el mundo esperando aceptación o confirmación de los que somos, ni buscando evidencias que nos minimicen. Uno pierde comunicación y conexión cuando uno trata de demostrar lo que uno no es o trata de demostrar ser una persona distinta. Se auténtico y vívelo.


Te propongo un ejercicio, haz una lista de las cosas que para ti están bien, en función de lo que eres, y de las que nos están bien. Primero, transparéntalas contigo mismo, luego con el resto y vive en coherencia con lo que eres. Obviamente esto también funciona de ambos lados, acepta, entiende y respeta lo que los otros sienten, lo que está bien o mal para ellos. Eso es construir equipo.


¿Tú cómo estás? ¿Tienes el valor de ser vulnerable y dejarte ver o prefieres pertenecer a los super héroes de Marvel o Avengers? La gente no necesita súper héroes, necesitan seres humanos que los guíen con el ejemplo.


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